martes, 5 de julio de 2016

MAMÁ VEGetariANA: PARTO NATURAL Y RESPETADO



Embarazo y parto
Tengo una diversidad de motivos personales y sociales que me llevaron a escoger tener a mi hijo a través de un parto natural. El principal, sin embargo, es que nunca me ha convencido la sobre medicalización de un momento que, desde que el ser humano existe, es natural y fisiológico.
Toda mujer en edad fértil comúnmente debe lidiar con los efectos secundarios de la demonización del parto. Que el dolor es insoportable, o que ojalá me saquen la guagua y yo no me de cuenta, entre muchas otras, son frases que todas más de alguna vez hemos escuchado. No obstante, desde que tengo uso de razón toda la intervención forzada que involucra un parto me ocasiona terror: desde la anestesia, hasta la impersonalidad del lugar para recibir a nuestro futuro hijo.
Eso sonaba bien quizás en teoría, pero la práctica demostró ser incluso mejor de lo que habría imaginado. Nuestro parto fue una experiencia maravillosa y, aunque no ajena al dolor, el poder tener a nuestro hijo bajo todas las condiciones que a nosotros nos parecían ideales es impagable, como también lo es el ser protagonistas de lo que ocurre, y elegir todo a consciencia e informadamente, pues parte de nuestra praparación para tener un parto natural involucraba hacer un curso sobre el embarazo y todas sus etapas.
Fueron 23 horas de trabajo de parto en total, de las cuales sólo las dos últimas fueron las más intensas. Antes de esto, y a pesar de las contracciones, podía caminar, comer, tomar agua, darme un baño de tina, etc. Cualquier cosa que quisiese para aliviar el proceso. Por supuesto, en ningún momento me sometieron a intervención incómoda alguna, como los tactos que hace los hospitales cada cierto tiempo con la finalidad de apurar el proceso natural del parto.
Todo el proceso fue guiado por nosotros, con la ayuda atenta de nuestra matrona, quien fue elegida por nosotros debido a su experiencia y a que durante el proceso del embarazo se hizo merecedora de nuestra total confianza. Apenas nació mi hijo me lo entregaron de inmediato y no me separé más de él. De día y de noche estuvo con  nosotros, lo que favoreció que el comienzo de la lactancia fuera muy sencillo e inmediato, así como el desarrollo del apego.
Me llama la atención que en nuestro país usualmente no se respete la decisión de tener un parto natural, cuestión que es muy común e incluso abiertamente incentivado en otras partes. Muchas veces fuimos cuestionados, tratados de irresponsables, e incluso a veces objeto de burla. Sin embargo, cuando la gente escoge programar una cesárea nadie lo objeta, y en general la gente encuentra que es una buena decisión. Extraño es, por decirlo menos, que suceda esto. Quizás se relacione con que el embarazo se concibe aún como una enfermedad, como algo de lo que hay que “mejorarse”, y no como una condición absolutamente normal para la que nuestro cuerpo se encuentra naturalmente preparado.
Cuando recuerdo el día de mi parto, lo recuerdo como una experiencia íntima y hermosa, como la mejor decisión que pudimos haber tomado. Sin duda, si volviera a tener otro hijo lo haría de la misma forma. Y si bien es cierto que se necesita valentía para enfrentar un parto natural, como me lo han dicho muchas veces, esta no tiene tanto que ver con el dolor, como si tiene que ver con los problemas sociales que genera tu decisión. Mucha más valentía, encuentro yo en todo caso, se necesita para enfrentar un parto en las condiciones que te presentan en clínicas y hospitales, donde se pierde total control y las mujeres quedan, literalmente, en las manos de otros.

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